Nuevas entradas en el Blog del Movimiento Obrero en Guadalajara.

. domingo, 14 de noviembre de 2010
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Guadalajara 1789-97. Despidos, salario escaso, falta de pan y el contagio de la Revolución Francesa


Enrique Alejandre  Torija  

"En esta ciudad la manufactura real experimentó una inquietud laboral durante mucho tiempo y frecuentes incidentes, que no equivalían todavía a un movimiento de la clase obrera, pero que demuestra que los trabajadores eran capaces de realizar acciones individuales y colectivas para conseguir mejoras salariales, mejores condiciones y procedimientos legítimos."
 
                                                                            J. Lynch. "La España del siglo XVIII"
 
Desde su creación en 1719, la Real Fábrica de Paños de Guadalajara fue escenario de frecuentes conflictos laborales en la que sus trabajadores dieron muestra de gran combatividad. 

En los últimos años del siglo XVIII las demandas laborales confluyeron con agudas crisis de subsistencias y la aparición de propaganda  alusiva al destronamiento de la monarquía en el vecino país de Francia,  causando la alarma en la  corte borbónica que no dudó en enviar tropas a Guadalajara. 


GUADALAJARA, 1719. LOS OBREROS DE LA FÁBRICA DEL REY DECLARAN LA HUELGA

Enrique Alejandre Torija

La dinastía borbónica implantada en España como consecuencia del desenlace de la guerra de Sucesión (1701-1713) puso en práctica una nueva política económica orientada a superar el atraso económico del país y a recuperar el mercado externo e interno, inundado este de enormes cantidades de productos manufacturados en Francia, Holanda, Inglaterra..., que conllevaba la salida del país de grandes sumas de dinero, en detrimento de los fondos de la Real Hacienda.

Para ello optó por la creación de Manufacturas Reales, como la Real Fabrica de Paños de Guadalajara, instalada en esta ciudad por su cercania a Madrid, residencia de la corte real y la alta nobleza, principales consumidores de paños finos; por la existencia de leña, agua abundante y materias primas necesarias (la lana entre ellas) para la producción, fáciles de encontrar en sus proximidades. Situada junto al camino real que enlazaba Madrid con Aragón y Cataluña se facilitaba la comercialización de sus productos y fue decisivo el deseo de Felipe V de premiar la fidelidad política que la ciudad le había demostrado en la guerra de Sucesión,[1] de la que había salido muy malparada. La fabrica se ubicó en el palacio de los marqueses de Montes Claros, el mismo que en 1833, una vez cerrada la fabrica, albergaría la Academia de Ingenieros.


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