Tras la huelga general del 29 de septiembre la lucha continúa. Ni la continua desinformación de los medios del sistema, ni la situación de violencia estructural con miles de paradas/os, ni los contratos precarios, ni unos empresarios con cada vez más poder para amenazar a sus empleadas/os de que huelga puede ser sinónimo de despido, han podido parar a las miles de personas que participaron activamente de esta jornada de lucha.
Ahora es momento de seguir con la movilización, de continuar sumando a la lucha a las/os miles de trabajadoras/es progresistas desencantadas /os con la política neoliberal del PSOE. Desde los sindicatos se han convocado movilizaciones para diciembre, pero si el gobierno mantiene su posición firme contra la clase trabajadora y no da marcha atrás en su Reforma Laboral, la presión deberá aumentar hasta donde sea necesario, incluso con la convocatoria de más paros generales.
Lejos de mover un ápice de su política, Zapatero realizó un cambio de ministras/os para lavar la cara de su gobierno en un acto más de populismo y política de marketing. Sin embargo, hace oídos sordos al reclamo popular de la modificación de su política sumisa de los organismos financieros y, lejos de plantear medidas de corte social, ahora pretende imponer una reforma de las pensiones que pasará por aumentar también la edad de jubilación.
Sabemos que no tenemos nada que perder y todo por ganar, como ya demostramos el 29 de septiembre, y como llevan demostrando los pueblos de Europa que, como en Francia, Grecia, Inglaterra o Portugal, han sabido gritar “basta” a este ataque neoliberal que encuentra un aliado excepcional en las instituciones burguesas europeas y en sus gobiernos títeres. La crisis que provocó el capitalismo nos la quieren hacer pagar a la clase trabajadora, pero no contaban con que esta vez habría respuestas que aumentan de intensidad conforme aumenta la agresividad de sus reformas.
Por todo el mundo encontramos un capitalismo con el mismo guión: la defensa de sus intereses por encima de los pueblos y las personas. Claro ejemplo de esta política imperialista la podemos encontrar en el Sahara occidental, ocupado desde hace 35 años por el régimen monárquico marroquí, y en donde España quiere obviar sus responsabilidades históricas con la población saharaui para así preservar sus intereses geo-estratégicos en la zona, donde muchos de los barcos que explotan las aguas saharauis tienen bandera española. Asimismo, Marruecos se ha posicionado como un aliado económico y militar fundamental para España, en donde la amistad entre las monarquías alauí y borbónica juega un papel fundamental en las “buenas relaciones” entre ambos países.
Pero, como demostraremos en el próximo Festival Mundial de la Juventud Democrática en Sudáfrica, somos millones de jóvenes alrededor de todo el planeta quienes dedicamos nuestro presente a luchar contra el imperialismo y el capitalismo, por un mundo en paz y solidaridad, a sabiendas de que el futuro nos pertenece.
No será fácil, pero cuando se está realmente dispuesta/o a luchar se entiende que la lucha sirve también para caminar. Pues, en palabras del que ahora vive sólo en nuestros corazones, Marcelino Camacho: “Ni nos doblaron, ni nos domaron, ni nos van a domesticar”.
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