RECUPERANDO EL ESPACIO DE SOCIALIZACIÓN Y FORMACIÓN EN
GUADALAJARA
UN CONTEXTO HISTÓRICO SOBRE EL ATENEO
La creación del Ateneo Instructivo del Obrero surgió en 1891
idea del abogado Alfonso Martín, jefe provincial del carlismo, lo que resalta
la pluralidad ideológica que ya desde sus inicios animaba el proyecto del
Ateneo. Su reglamento orgánico fue aprobado ese mismo año por el Gobernador
Civil, inaugurándose el 10 de mayo con un gran acto donde intervinieron tanto
tradicionalistas (José Sagarmínaga), como republicanos (Tomás Bravo Lecea),
siendo cerrado el acto por el alcalde de Guadalajara que por aquel entonces era
el republicano Miguel Moyaral Medina.
En junio de ese mismo año se eligieron democráticamente
las presidencias de la comisiones nombran a destacados personajes intelectuales
de la ciudad como el militar Joaquín Roncal; el ingeniero Benito Ángel Roma; el
profesor de música Apolinar Barbero; o el delegado de hacienda Carlos Morales
de Setién. Todos ellos pertenecían a la burguesía local, y aunque muchos de
ellos sostenían ideas claramente progresistas.
Para ser socio del Ateneo solo se requería ser vecino de
la ciudad de Guadalajara, ser mayor de 20 años y ser abalado por tres socios y
admitidos por la mayoría de miembros de la sociedad. En poco tiempo importantes
personajes de la burguesía local ingresaron en la sociedad.
Esta sociedad de formación acogió a trabajadores de todas
las ideologías (republicanos, anarquistas, socialistas y obreros sin ninguna
afiliación) pues como indica en su reglamento, pretendía “fomentará dentro y
fuera de la sociedad la creación de asociaciones cuyo fin u objeto sea: 1º
Auxiliar a sus asociados para neutralizar en lo posible los efectos de las
crisis industriales. 2º Socorrerles en sus enfermedades o si llegaren a
inutilizarse para el trabajo. 3º Organizar asociaciones cooperativas de consumo
o producción, Cajas de Ahorro, Bancos agrícolas o de cambio, crédito al trabajo,
etc. 4º Llenar algún fin análogo a los anteriores”[1].
Detrás del nacimiento del Ateneo Instructivo del Obrero
se encontraba un puñado de jóvenes tipógrafos que habían militado en las
menguadas filas del socialismo de orientación marxista y que habían gozado de
un protagonismo destacado en la temprana implantación del PSOE y la UGT en
tierras alcarreñas.
Pero el crecimiento económico de la capital y las
necesidades de la administración pública de la Restauración, animaron a algunos
de estos trabajadores a abandonar su condición de asalariados y abrir sus
propias imprentas. Estas iniciativas confluían en el periódico El Atalaya de
Guadalajara con otro grupo de jóvenes republicanos con inquietudes sociales que
ya habían iniciado la creación de sociedades corporativas de funcionarios,
médicos o agricultores con una ideología laica y progresista común que
intentaba organizar los sectores populares de la provincia
Preocupados por mejorar las condiciones de vida y de
trabajo de la clase obrera, de la que estaban excluidos, decidieron fundar el
Ateneo Instructivo del Obrero. Pero conscientes de su debilidad para hacer frente
a este ambicioso proyecto, ofrecieron algunos puestos a las elites sociales de la ciudad, que
mantenían un reconocido prestigio entre las autoridades públicas y estaban
imbuidos de las ideas progresistas de la época.
Este grupo de jóvenes socialistas comprendieron la
necesidad de institucionalizar el Ateneo, pues años antes ya habían fundado un
clandestino Ateneo donde “nos tenían preparados a los amigos para sentarnos,
unos cajones que antes habían conservado alguna que otra lata de petróleo [...]
Aquello no era Ateneo; más parecía un club de incendiarios, por el olor que se
notaba a petróleo”, y que desapareció por falta de estructura continuada.
Las actividades que se realizaban en el Ateneo eran muy
variadas desde actividades recreativas como bailes, funciones teatrales,
verbenas, creación de la compañía de teatro y banda del Ateneo… Cualquier
festejo de la ciudad no podía realizarse sin tener su correspondiente actividad
en la Sociedad. Pero no hay que olvidar su importante función docente gracias a
la creación de la biblioteca, la sala de música y el orfeón, donde se
realizaban las clases nocturnas para adultos con el objetivo de elevar el grado
de instrucción de la clase trabajadora, iniciándose con la planificación de un
programa de enseñanza de lectura, escritura, aritmética, gramática, geometría,
dibujo, historia y geografía. Los artistas que trabajaron en las obras de la
Condesa Vega del Pozo impartieron clase de modelado dentro de un programa de
formación profesional; y a partir de 1900 se organizaron diversos certámenes de
Industrias, Artes y Oficios. También albergó un servicio médico y farmacéutico
con cuotas proporcionales a los ingresos familiares, junto a un Fondo de
Socorros Mutuos a través de cuotas voluntarias (para los desempleados o que
sufrieran alguna discapacidad que les impidiera trabajar).
El centro fue adquiriendo popularidad, llegando a
conseguir el título de Asociación Benéfica por Real Orden del 9 de abril de
1892, recibiendo subvención directa del Ministerio de Fomento a través de la
intervención del Conde de Romanones, lo que le permitió ir aumentando
paulatinamente su control sobre el centro.
En los últimos días del mes de marzo de 1939 las tropas
del general Francisco Franco ocupaban Guadalajara y el día 1 de abril terminaba
la Guerra Civil con la derrota del ejército republicano. Para nadie era un
secreto que las simpatías de la clase trabajadora arriácense en general, y de
los socios del Ateneo Instructivo del Obrero en particular, que se habían
inclinado hacia el gobierno republicano. Por eso mismo, nadie apostaba por la
supervivencia del Ateneo tras la llegada del ejército sublevado.
De nada valía alegar el carácter estrictamente cultural
del Ateneo, cuando en la prensa provincial podían leerse notas oficiales como
esta: “Es un hecho evidente que los horrores desatados sobre España durante la
pasada guerra, no se debían solo a los ejecutores materiales de crímenes,
destrozos y atropellos, sino a aquellos otros que envenenando a las masas desde
la cátedra, la tribuna y la prensa fueron inductores más o menos encubiertos de
tanto crimen, injusticia, persecución y robo como han tenido lugar en España.
Es preciso, por espíritu de justicia, por el porvenir de la Patria y por el
bienestar de los españoles, que estos agentes del mal sean desenmascarados y en
esta labor tienen la obligación de colaborar de manera especial las Autoridades
Locales, que deberán enviar a este Gobierno Civil, para su elevación al
Tribunal Nacional de Responsabilidades Políticas, nota de las personas que
puedan existir en cada pueblo en las condiciones expresadas, con indicación de
las actuaciones de los mismos y de cuantos datos resulten de interés” .
En este ambiente represivo, se celebró en 1940 una Junta
General del Ateneo Instructivo del Obrero de Guadalajara a la que asistieron
aquellos socios que no habían fallecido durante la Guerra Civil, o que no estaban
presos o exiliados. La directiva fue dirigida por representantes de la Central
Nacional Sindicalista, que presionaron para traspasar la institución a este
sindicato falangista. Los socios del Ateneo no pudieron rechazar esta
proposición pues la intimidación era algo natural y la represión era
generalizada. En 1941 se realiza la donación de los bienes del Ateneo al
sindicato ante notario sin referencia alguna a presiones, amenazas y vejaciones
que sufrieron los socios de la institución.
Ya en la transición, en 1982 se transfería el Ateneo a la
Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha. Fue entonces cuando la Junta
propuso al Ayuntamiento de Guadalajara la firma de un Convenio de Colaboración
que suponía ceder el uso del local del Ateneo Instructivo del Obrero al
municipio arriacense, para que desarrollase distintas actividades culturales y
recreativas. La ratificación del Convenio se llevó a un pleno municipal en
marzo de 1984 y, sorprendentemente, contó con el voto favorable del PSOE y el
silencio del Partido Comunista de España, que hasta 1980 había solicitado la
devolución de este patrimonio a sus socios.
En esos momentos, las Administraciones Públicas
municipal, autonómica y estatal, eran conscientes de que la propiedad del
inmueble estaba en entredicho, por la forma en que fue adquirido por la Central
Nacional Sindicalista y por las reiteradas solicitudes de devolución por sus
socios supervivientes. Por ello decidieron estudiar detenidamente una solución
que pusiese fin a este largo contencioso. Pero en 1985 se emitió un informe en
el que daban por bueno el robo del régimen franquista y denegaba cualquier
reversión del Ateneo a los socios.[2]
Para solucionar el espinoso asunto del Ateneo, se
proponía la cesión al Ayuntamiento de Guadalajara del edificio para que
desarrollase allí sus actividades de ocio y tiempo libre. Pero, como sabemos,
nada de esto se realizó. El Ateneo Instructivo del Obrero nunca recuperó su
patrimonio y desapareció para siempre, mientras que su emblemático e histórico
edificio se cae a pedazos por la dejadez de la Junta y la falta de acción del
Ayuntamiento.
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