Miles de personas despidieron esta mañana a Marcelino por las calles de Madrid, desde la sede de Comisiones Obreras hasta la Puerta de Alcalá donde se celebró su último homenaje. Tras una tribuna con la hoz y martillo de claveles rojos bordada sobre claveles blancos, José Luis Centella, Secretario General del PCE recordó que a Camacho le intentaron doblegar muchas veces, “las más peligrosas por las buenas, pero él siempre tuvo claro su compromiso comunista, su defensa de los trabajadores”.
Añadió que “Marcelino era mucho más que un buen hombre, fue un sindicalista sin matices ni dobleces y un comunista de una sola pieza”.
El secretario general del PCE recordó que Josefina llegó a las 8.30 de la mañana a la sede de CCOO con la bandera del PCE doblada “para que nadie tuviera dudas, y para decir que hay que continuar la lucha, que significa mantener el ejemplo de coherencia de Marcelino, porque los objetivos aún no se han logrado.
Conciso y claro, Centella compartió su compromiso: “El mejor homenaje del PCE es que la bandera roja y republicana que hoy hondea a media asta en todo el mundo, seguirá en pie para continuar la batalla”.
Como dijo su compañera, Josefina, recordando las últimas palabras de Camacho cuando le visitó una vecina: “Si uno se cae se levanta inmediatamente y sigue adelante", y prolongaba ese adelante extendiendo los brazos y la voz al futuro y a los presentes.
Ignacio Fernández Toxo, secretario general de CC OO, recordó que el primer amor de Camacho fue su familia, el segundo el partido y el tercer el país.
Y Marcel Camacho, el hijo de Marcelino, comentó que su padre ya medía mucho sus palabras, pero que siempre repetía libertad, justicia social, paz “pero sobre todo IGUALDAD”.
Los camaradas le despidieron con un séquito de banderas comunistas y republicanas, ondeando a lo largo del cortejo y el dieron el último adiós, puño en alto, cantando la Internacional.
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